Dolor en el ballet, murió Maya Plisetskaya
Rusia, y el mundo de la danza clásica, llora la muerte de quien fuera la mejor bailarina del siglo XX, todo un emblema del ballet ruso. A los 89 años de edad, un ataque cardíaco ha terminado con la vida de la que ha sido la prima ballerina assoluta, una distinción suprema que el Bolshoi sólo ha concedido dos veces en su historia.
Causó conmoción en el teatro Bolshoi, donde tenía previsto celebrar su 90º cumpleaños. «Plisetskaya es para siempre», dijeron desde el teatro, «Ella fue, ella es y ella será».
Plisetskaya se unió al elenco del Bolshoi en 1943 a los 18 años y permaneció hasta 1990, cuando se fue en medio de disputas con el director. Sin embargo, regresó a su escenario para apariciones en galas, incluyendo una actuación de su 75 aniversario en 2000.
Entre sus actuaciones más aclamadas se encuentran sus papeles en «Carmen», «Anna Karenina», «La bella durmiente» y «Bolero», un himno al erotismo, que interpretó a sus 50 años.
Creó el Ballet Imperial Ruso con el que, cada Navidad, regresaba simbólicamente a los escenarios con clásicos como «Cascanueces», «El lago de los cisnes» o «Don Quijote», obras en las que siempre brilló, además de con «Carmen» de Bizet-Schedrín.
Nacida el 20 de noviembre de 1925 en Moscú, y casada con el compositor ruso Rodión Shcherdin, Plisetskaya conoció el destino trágico de millones de soviéticos. Su padre, ingeniero, fue fusilado bajo el régimen de Stalin en 1938 y su madre, actriz de cine, fue enviada a un campo en Kazajastán como «miembro de la familia de un traidor a la patria».
La pequeña Maya, «hija de un enemigo del pueblo», fue acogida por su tía, bailarina, y su tío, profesor de danza. Estaba «feliz» porque aprendía a bailar. Le encantaba la danza española, «tan diferente de lo que nos rodeaba», escribe en sus memorias.
Un amor que le retribuyó España, concediéndole la nacionalidad, y en 2005, el premio Príncipe de Asturias de las Artes. El jurado entendió que Plisetskaya había «convertido la danza en una forma de poesía en movimiento, al conjugar la exquisita calidad técnica con la sensibilidad artística y humana».
Había ingresado al mundo del ballet con sólo tres años de edad, en la Escuela de Danza de Moscú y recibió la influencia de sus tíos Asaf y Sulamith Messerer, ambos bailarines del Bolshoi, a cuya compañía se unió Plisetskaya en 1943, convirtiéndose en primera bailarina con sólo 18 años, cuando inició su carrera profesional interpretando “ La muerte del cisne”, de Tchaikovsky, donde fue reconocida por sus intensas interpretaciones que contrastaban con el estilo etéreo de muchos otros bailarines.
Publicó unas explosivas y reveladoras memorias donde hablaba del presente, del pasado y de la sombra de un futuro en el que no veía nada claro. ‘Yo, Maya’, relata su vida con la danza y su odisea personal ante el veto del gobierno de la URSS a que saliera del país, hace dos décadas.
Después de padecer años de veto gubernamental por sus antecedentes familiares, fue autorizada a emprender giras internacionales durante las que bailó en los principales teatros de Estados Unidos, Francia, Reino Unido e Italia (entre muchos otros) siendo incluso en éste último directora del Ballet de la Ópera de Roma.
Entre sus logros se cuenta al de haberse atrevido a romper las rutinas soviéticas de ballet, incorporando danza moderna y trabajando con coreógrafos como Alberto Alonso, Maurice Béjart y Roland Petit, que crearon varias piezas para ella como «Carmen», «Isadora» y «La rose malade».
La bailarina empezó a realizar su sueño en 1967 gracias a un encuentro en Moscú con el coreógrafo cubano Alberto Alonso, autorizado a crear para ella Carmen-suite porque venía de un país comunista.
Su gitana, que exuda seducción por cada poro de su piel, fue un escándalo. El poder tiene miedo. «Fue la guerra: me acusaron de haber traicionado la danza clásica. El ministro de Cultura dijo que Carmen moriría. Yo sabía que la que moriría sería yo y que Carmen sobreviría», solía repetir Plisetskaya.
También deslumbró en la Argentina donde actuó con gran éxito de crítica y público en el Teatro Colón entre 1975 y 1976.
Cuando Plisetskaya cumplió 80 años, en 2005, se celebró en Moscú una semana completa de actividades relativas a la danza y el arte en homenaje a su trayectoria.