Columna «El Otro Andar»
Un salteño de Jujuy
(la magia inolvidable del «Negro» Velarde y su bandoneón)
por Marcos Chavez
Transcurría el año 2002 y me encontraba yo volviendo a Jujuy después de 6 años de ausencia . Buscando revincularme con la música jujeña y sus artistas , me sumé a unas reuniones que se hacían en el Conservatorio de Música. Estos encuentros denominados «Confluencia», tenían como objetivo tender un puente entre los músicos experimentados y las nuevas y nuevos valores de la cultura provincial.
Néstor Soria y Cecilia Palacios hacían las veces de anfitriones en aquellas juntadas por donde pasaron Ismael Ábalos, El «Gordo” Barrojo y el mismísimo Ricardo Vilca entre otros .
Llegó la tarde en que nos tocó la visita del «Negro” Velarde, que junto a su bandoneón alternaba acordes e historias de tantos escenarios andados (siempre con anécdotas y risas de por medio). Personalmente me llamaba la atención, cómo un músico norteño pudiera tocar el tango con tanto oficio y conocimiento del género. Pienso que el bandoneón en el tango y en el folklore son dos instrumentos distintos, no sólo evocan paisajes diferentes sino que tienen sonoridades y rítmicas totalmente lejanas entre sí.
Aquella tarde entre charla y acordes, Don Velarde se salía de la zamba carnavalera y entraba en el vals porteño como quien vuela de un mundo a otro con un solo movimiento, esa virtud poco usual me hacía observarlo con admiración y silencio desde un pupitre medio separado en el que solía ubicarme sin hacer preguntas como quien se siente un poco forastero.
Hace unos días atrás nos llegó la noticia de la partida de este querido artista que supo regar de armonías la noche de Jujuy. Nacido en Salta pero más jujeño que El Chañi, el “Negro” Velarde partió desde la tierra que lo supo amar y le vio andar de noche en noche y de peña en peña bebiendo el vino blanco de la luna; mezclando carnavales y caminos por una huella trasnochada de canciones y de amigos nostalgiosos que, además de recordarlo, lo habrán de extrañar.