22 diciembre, 2024

Ricardo Bartís: «En el teatro las ideas son el biombo que oculta lo importante»

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El Sportivo Teatral, que dirige el actor y dramaturgo Ricardo Bartís, está consolidado como la experiencia de teatro alternativo más potente de la Argentina. Se presenta todos los viernes y sábados en su sala de la calle Thames «La máquina idiota», un maravilloso artefacto escénico que fue estrenado en 2013.

La obra pone 17 actores en escena que representan a 17 actores de tercera categoría, enterrados en un anexo al Panteón de Actores de la Chacarita, que se preparan para una función para «los festejos de Octubre» de la Asociación Argentina de Actores.

La propuesta es una tensa reflexión sobre la actuación y el teatro y una agujereada bandera de argentinidad que se convertirá, en septiembre próximo, en la primera creación teatral de América en presentarse en el Festival Asiático de Teatro de Corea, el más importante y prestigioso de ese continente, y que hacia fines de año tiene resuelto bajar definitivamente el telón.

El trabajo, que intercala parlamentos de Hamlet, retazos de discursos de Perón y Eva Perón y publicidades deportivas de la década del 60, entre otros restos, bajo el humedecido ambiente de las fosas mortuorias es, según Bartís, una máquina perfecta, «donde no hay ni un movimiento agregado y donde todo está pautado», aunque lo que reine sobre el escenario se parezca mucho más al caos.

«Hay un caos si uno lo piensa como un orden que escapa a lo habitual, pero la obra es de un orden tremendo, es una máquina, dura siempre lo mismo, no hay agregado ni movimiento que no esté pautado; por otra parte es la única manera de hacer eso con 17 actores en escena», comenta Bartís en una primera aproximación al trabajo.

«Lo que sí es cierto -agrega- es que los ligues y encadenamientos que hay en la obra no derivan de una lógica textual tradicional sino que derivan de una lógica puramente escénica, son derivas, encadenamientos estrictamente teatrales que, desde ese otro orden podrían pensarse como arbitrarios o inesperados».

«Igualmente -remarca Bartís- siempre me formulo la existencia de un relato muy claro, muy sólido, en el que después hay caos y locura teatral adentro».

Creador de «La pesca», «El corte» y «Postales argentinas», entre otras obras que hizo con el Sportivo desde que arrancó esta experiencia en 1986, Bartís señala que «si te ponés a pensar» hay un relato de unos tipos que están muertos y son actores de tercera que quieren pasar al otro lado.

«Algo bastante parecido a lo que nos pasa a cualquier argentino, la fantasía de acceder a otro lugar que no es el que ocupo y entonces ensayan o pretenden ensayar por esta convocatoria que ha hecho la Asociación Argentina de Actores y lo que se produce es también una discusión sobre teatro».

«Claramente -señala- se discute sobre teatro y la referencia que se tiene es Hamlet (la obra que querrían ensayar los actores muertos) que es una discusión sobre teatro».

«Hamlet es un gran tratado de discusión teatral,

donde Shakespeare está discutiendo de teatro»

«A mi entender -dice Bartís- más allá de sus evidentes componentes existenciales, Hamlet es un gran tratado de discusión teatral, donde Shakespeare está discutiendo de teatro».

La idea de estos actores de tercera -un contador de chistes, varios característicos, un extra de cine y televisión encargado de higiene sanitaria, una ex vedette, entre otros- que preparan una representación para «los festejos de octubre» también alude a ecos políticos.

«Hay algunos elementos que se cuelan, la problemática de que octubre ya haya pasado, octubre como un mes emblemático, como la idea donde está la utopía, la revolución, el socialismo, que ya pasó; y que no es un problema de la izquierda ni de los revolucionarios sino que es un problema del mundo el hecho de que no haya proyección histórica hacia un modelo distinto del que vivimos» destaca Bartís.

Hablando sobre los ecos, las utopías y los malentendidos, Bartís afirma que «siempre el intento es multiplicar, producir resonancias, ecos que puedan ser leídos».

En este sentido y haciendo alusión concreta a un pasaje de «La máquina idiota» dice: «que Perón desde el éter aparezca y diga esos textos, por un lado alude a la idea de la tragedia, en el sentido de que alguien habla y se cree entender algo pero en realidad hay un malentendido y eso produce tragedia; esa es una resonancia política histórica en relación al discurso de Perón acerca de las formaciones especiales, la revolución, los Montoneros, lo que quieras».

«Que Perón desde ahí diga viva el teatro, también es una broma sobre un modelo de hacer política que era teatral o, por lo menos, señalar el nivel de teatralidad que tiene la política argentina», agrega.

En relación con el discurso de Evita (una parte del Renunciamiento pronunciado ante los trabajadores sobre la 9 De Julio) Bartís elogia las características discursivas y oratorias de quien fuera la Abanderada de los Humildes y dice que «Evita es una actriz que se agenció la política».

«Yo creo -señala- que nosotros deberíamos reivindicarla como una actriz, en siete años se convierte en la actriz más importante de la historia argentina contemporánea y sus discursos son textos de actuación jugados a la posteridad, porque se está muriendo, son tremendos».

«Esa sustracción de Evita como actriz -afirma- es la misma que se hace con Shakespeare como actor, se habla de Shakespeare como si fuera un autor y él era un actor que escribía».

«Por supuesto que Evita es una figura política pero lo que no cabe es el ocultamiento o denigración de la idea de Evita como actriz, cuando en realidad ella asume su cuerpo sexuado porque actúa, porque es una actriz y entonces se enamora de un hombre en un mundo de hombres, un tipo que tiene mucha más edad y que tiene un lugar de enorme poder, que es un militar rodeado de hombres; la piba -porque tenía 27 años- debería ser una cosa tremenda, debería ser un personaje de una intensidad y de una capacidad sensible e intelectual singularísima, porque sino nadie hace eso, no lo puede hacer, no lo puede sostener».

Hablando sobre la construcción teatral, el autor de «El pecado que no se puede nombrar» destaca que «las ideas no hacen teatro, las ideas son el biombo que oculta lo importante, lo importante es el teatro y las dinámicas escénicas, los ritmos, las energías, las combinaciones de distintos relatos: visuales, pictóricos, rítmicos, energéticos».

«A mi entender -continúa- la actuación debe siempre narrar el hecho de no ser tan eficaz porque sino el único parámetro que se tiene es la creencia de la excelsitud o la perfección técnica y a mí me parece que eso es una cosa que mata a la actuación, que la termina aplastando, la termina colocando en la búsqueda narcisística de un nivel de eficacia que anula la pasión, el gesto apasionado que contiene el error, que contiene la ineficacia, que contiene el fracaso».

«La máquina idiota» se puede ver los viernes y sábados a las 22 en el Sportivo Teatral (Thames 1426) del barrio de Palermo.

fuente: télam

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