21 diciembre, 2024

«Truman» en la 63º Festival de San Sebastián

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En la 63º edición del Festival de San Sebastián, la conferencia de prensa de «Truman» –la película argentina protagonizada por Ricardo Darín, Javier Camara y Dolores Fonzi– transcurre con la normalidad hasta que aparece la hija de Truman, una Bullmastiff, que desfiló por la alfombra roja.

Darín tiene la garganta apretada, no puede hablar. Entonces es Cesc Gay, el director, quien interviene para dar cuenta de lo que está sucediendo: “El perro de la película, Truman, murió hace tres meses. El perro que ustedes ven aquí en el festival es perra, su hija. Yo no dirigí al perro, lo dirigió Ricardo. Él asumió ese rol porque es un amante de los animales y tiene una mano especial. El perro también era un perro especial, era un animal que trabajaba con niños autistas”. Javier Cámara remata con otro dato: “El perro tampoco era Truman. Ricardo le decía Troilo y más argentino que eso no puede ser”.

En tanto, Ricardo Darín continúa oculto tras sus gafas. Con la garganta anudada hace un esfuerzo y lo que dice es: “Perdonen las gafas”.

Truman cuenta la historia de un hombre que, a sabiendas de su enfermedad terminal, decide tomar a la muerte por las astas y, de alguna manera, organizarse alrededor de esta última aventura. Darín interpreta a ese hombre, Javier Cámara a su amigo y Dolores Fonzi a su prima.

“La vida se parece mucho al cine y viceversa”, se explaya Darín, “Un tema como este, así tratado sin exagerar situaciones, mueve fibras internas dolorosas y nuestro trabajo es lidiar con eso, con una tragedia que nos pasó seguramente con seres que amamos”.

Preguntado sobre su conexión con el protagonista de la historia, el actor argentino fue tajante: “No son personajes demasiado lejanos. El personaje de la película es actor, yo soy actor. Él es argentino, yo soy argentino. El personaje de la película se va a morir y yo también, así que encontré muchos puntos en común.

Julián, su personaje, pasó hace algunos años los cincuenta, es argentino y actor, vive en Madrid en soledad, está divorciado y tiene un hijo veinteañero que ya independizado se fue a estudiar a Amsterdam, y además un cariñoso perro llamado Truman.

Hasta allí, todo parece rutina sin sobresaltos, sin embargo acaba de ocurrir algo inesperado en su vida, motivo suficiente como para que su mejor amigo, afincado en Canadá hace rato, regrese a la capital que compartieron cuando eran jóvenes.

El hombre de escena que interpreta un clásico en el centro madrileño, acaba de recibir un diagnóstico que no tiene vuelta atrás y pone límite a sus días y con esto, también se siente en la necesidad de tomar una decisión piadosa consigo mismo.

-¿Los mejores amigos son para siempre, como dice el afiche de la película?

-Creo que sí. Habrá excepciones, obviamente, no es una regla, pero no solo con los amigos. No es así para todos, es una instancia ideal. A mí me pasa que si a alguien lo quiero mucho, lo quiero para siempre, incluso con los que me he peleado.

-La película es sobre la amistad de dos hombres, y uno de ellos con su perro…

-Creo que Cesc quería hablar de lo incondicional en una amistad de dos tipos que son distintos, puestos en una situación extrema, y jugar el juego de ponerte en el lugar del otro aunque no estés de acuerdo, de ver de qué forma llegás a coincidir, o respetar la decisión del otro, algo que solo ocurre por afecto.

-¿Y el perro…?

-Creo que con la historia afectiva-emocional que hay con el perro, todos nos podemos sentir mayormente identificados, pero es una estrategia del director para hacernos creer que lo más importante es eso, para esconder un poco la verdadera magnitud de lo que le ocurre a Julián. Cuando vimos un primer corte tuve la sensación de que había poco perro, pero Cesc muy hábilmente dijo que había lo suficiente, que no quería que el perro «arrastre» la película.

-¿Es decir que Cesc no es de los que usa un perro como marketing?

-Me gusta eso. En el cine de autor el director y guionista defiende su idea, y que en un tema como este, que a pesar de lo que le digan, él siga convencido me parece genial. Ojo que había más perro, pero en la medida que avanzábamos, cada vez quedaba menos.

-Cuando los actores se meten en un personaje, lo «viven». ¿Qué te tocó más fuerte de este personaje que, además, es actor?

-Es muy tentador meterse con todo. El juego del oficio es ese: ir hasta el abismo, o al menos simular que lo hace. Trato de no joder mucho con esa confusión, no soy de los que se quieran llevar el personaje a casa, a veces pasa que me lo llevo un rato. A veces el personaje es tan potente que te arrastra, te tapa y ese es el mejor de los casos.

-¿Cómo fueron, hasta ahora, las devoluciones de los que la vieron?

-Me encanta que me digan que la película surfea los lugares comunes y los golpes bajos, que se nota que hay un especial empeño en no meter el dedo en la herida porque si, sino pasar por ahí y ver cómo los personajes superan el dolor, y eso me pone muy feliz.

-¿Cómo fue hacer este filme que transita situaciones críticas?

-Tuvo mucho de divertido meterse en esta historia y también mucho de doloroso, todo al mismo tiempo. Con Javier nos pasamos llorando como dos cocineras, entrábamos a las escenas absolutamente desprevenidos, incluso repasábamos el texto y todo bien, pero cuando lo hacíamos se nos llenaban los ojos de lágrimas.

-¿Cómo vivís la recepción aquí?

-Todo lo que recibo es un gran entusiasmo, están muy motorizados y el hecho del lugar que le han dado dentro del festival no es un dato menor. Por una cuestión de costumbre no trato de hacer vaticinios, pero creo que esta es una de esas películas que tienen muchas chances de ser bien recibida en España. Creo que la están esperando como «agua de mayo».

Tras su primera escala en Toronto, la segunda en San Sebastián su estreno en Buenos Aires, el 24, y de lo que ocurra con el jurado de Donostia, “Truman” se verá el 8 de octubre en London Film Festival, y se estrenará en España el 30 de ese mes.

Mientras tanto, Darín termina el rodaje de “Koblic”, de Sebastián Borensztein, donde interpreta a un oficial de la armada comprometido en los “vuelos de la muerte” durante la última dictadura cívico-militar y se prepara para volver al teatro.

“Acabo de filmar tres días en Madrid adonde vuelvo el lunes para el final del rodaje de «Koblic», y me quedan tres días para mí, antes de la conferencia de prensa el 28 por la gira de «Escenas de la vida conyugal», tres semanas en Barcelona, un mes en Madrid, tres en Valencia,y me vuelvo a mi casa, me pongo un pijama y un gorro con pompón, y me tienen que venir a buscar con el escribano Prato Murphy”, concluyó, con una sonrisa.

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