A 72 años del nacimiento del querido y glorioso Ricardo Vilca
Hoy comienza con la inauguración de una muestra itinerante del Museo que llevará su nombre, una semana homenaje en Casa Baca.

Hoy se cumple el 72º aniversario del natalicio del maestro Ricardo Vilca. Por la justicia del universo todavía sus sones y sus frases, sus risas, y su genuina humildad siguen resonando.
El músico y compositor humahuaqueño que llevó los sonidos de nuestra provincia a niveles inesperados, placenteros, disfrutables, admirables, y nos llenó de una música especial, diferente, que cuenta momentos e historias pequeñas de nuestra tierra.
Él fue glorioso sin dudas, y sencillo. Parecen dos cualidades que no combinan juntas, pero sí. Su presencia siempre fue humildad extrema y excelencia absoluta, cada una de sus palabras –en voz bajita como era su costumbre- era una enseñanza. Y así, con voz bajita también cantó sus obras, y cada vez que escuchamos sus grabaciones, otra vez, la piel se nos eriza y los ojos se nos llenan de lágrimas.
Él sigue emocionando y llenado el alma con esas herencias que quedaron para escuchar siempre.
Y en ese sentido, el de no permitir el olvido, hoy comienza a desarrollarse una semana en homenaje, que tendrá lugar con varias actividades culturales en el Centro Cultural Mirentxu Casa Baca (Avenida Illía 64, Barrio Los Perales), dirigido por Elena Bardi.
Hoy a las 19 se inaugurará se inaugurará la Muestra Itinerante del Museo Ricardo Vilca, celebrando la vida y obra del músico humahuaqueño que llevó el sonido de los cerros jujeños al mundo. La entrada es libre y gratuita.
La muestra incluirá material fotográfico de Lucio Boschi, tres premios y menciones otorgados al maestro Vilca, y dos de sus instrumentos icónicos: su guitarra y una cítara (instrumento boliviano que alguien le regaló y él lo usaba para improvisar temas- cuenta su hija Luz) con manuscritos.
Las piezas pertenecen a la colección del Museo Ricardo Vilca, cuya inauguración en la ciudad de Humahuaca está prevista para los próximos meses.
La curaduría de la muestra está a cargo de Luz Vilca, hija de Ricardo, artista de las imágenes (fotografía y audiovisual), con asesoramiento de Carlos Palacios y Facundo Toconás.
Las fotos expuestas son una donación del reconocido fotógrafo Lucio Boschi y la curaduría la realizó Facundo Toconas.
Boschi es una figura destacada de la fotografía documental y de autor en Latinoamérica. Aborda la fotografía desde la contemplación de lo sencillo, lo originario y lo esencial, y su relación con Ricardo era de amigos y compadres. Actualmente está radicado en Mendoza.
Luz contó en comunicación con nuestro diario, que “durante el acto inaugural se realizará un recordatorio en palabras de sus hijos, amigos y directivos de Casa Baca con un brindis en su memoria”.
Y el viernes…
El homenaje continuará este viernes a las 20.30, con un Concierto Acústico Homenaje como edición especial del ciclo “Café de Cámara”, organizado por el Rincón del Buen Vivir. Con este concierto, cierra el ciclo que se llevó adelante durante los últimos meses, y que de esta manera adhiere al recuerdo de Vilca.
La velada contará con la presentación del maestro Daniel Vedia y la flautista Cecilia Palacios, quienes ofrecerán un recorrido sonoro por la obra de Vilca y su influencia en la música andina contemporánea, con la mistura de sonidos entre bandoneón y flauta traversa.
Al finalizar, los asistentes podrán disfrutar de infusiones frías y calientes, en consonancia con la filosofía del “Rincón del Buen Vivir”.
La entrada al concierto será arancelada, con un valor general de $10.000.
La historia del maestro
Ricardo Vilca nació en Humahuaca, en 1953.
Fue maestro rural, guitarrista y compositor autodidacta.
Desde joven combinó la docencia con la composición, llevando la música a las escuelas rurales y compartiendo su arte con niños y comunidades. En esos años comenzó a delinear un estilo propio, en el que los instrumentos tradicionales -como la quena, la zampoña y el charango- dialogan con armonías de raíz académica, dando forma a piezas emblemáticas como “Guanuqueando”, “Nuevo día”, “Majada de sueños” o “Danza del Keu”, entre tantos.
En 1991, Vilca formó el grupo Ricardo Vilca y sus Amigos, integrado por José González y José Castro en zampoña y quena, Sergio Toconas en charango y, más tarde, Raúl Tolaba en bajo. Desde las aulas quebradeñas, junto a estos músicos encontraron en los instrumentos autóctonos un medio de expresión y de reencuentro con sus raíces.
Ese mismo año, el conjunto se presentó por primera vez ante el público capitalino en el Teatro Mitre de San Salvador de Jujuy, donde su propuesta despertó admiración y marcó el inicio de un reconocimiento más amplio. Su música, inicialmente difundida en la Quebrada y la Puna, comenzó a escucharse también en otras provincias y hasta países lejanos gracias al entusiasmo de quienes descubrieron magia y paz en su obra.
Tras un intenso trabajo creativo, el grupo lanzó el cassette “La magia de mi raza”, con composiciones de Vilca y arreglos compartidos, consolidando así un proyecto musical que unió espiritualidad, paisaje y tradición en un mismo lenguaje sonoro. Ricardo Vilca construyó una obra profunda y trascendente.
En el año 2000, participó como invitado en el histórico concierto del grupo de rock Divididos en Tilcara, y Ricardo Mollo (líder del power trìo) y sus compañeros quedaron fascinados con nuestro maestro, y lo admiraron y presentaron en sus siguientes recitales por el país, hasta que incluso se grabó el “Guanuqueando” en uno de sus discos.
La adoración de Mollo y su banda por nuestro querido Ricardo Vilca fue honesta y justa, y lo llevó también a ser más reconocido en el país.
Entre 2002 y 2003, la música de Ricardo Vilca alcanzó una proyección sin precedentes al ser interpretada en versión sinfónica por la Orquesta Juvenil de Jujuy, dirigida por Sergio Jurado. Los conciertos en el Teatro Mitre, a sala llena, unieron la fuerza de las cuerdas, los vientos y la percusión con la esencia ancestral de los cerros. La experiencia fue maravillosa, emocionante, el público comenzaba a sentir su música en una nueva sintonía, más allá de los instrumentos folclóricos con los que hasta el momento había sido interpretada.
Ese mismo año, Vilca fue invitado como solista al Salón Dorado del Teatro Colón de Buenos Aires, donde su obra fue interpretada por niños y jóvenes de todo el país durante el Festival de Orquestas Infantiles y Juveniles. Por primera vez, las melodías del norte sonaron en el mítico escenario porteño, un hecho que el propio Vilca describió como uno de los momentos más significativos de su vida, en sus palabras: “Cuando los niños las tocaron en el Colón, comprendí que los cerros habían llegado al Río de la Plata.”

