Columna «El Otro Andar»
DOLOR WICHÍ
por Marcos Chavez
La serpiente brutal de la tarde
con su lengua de fuego extendido,
da su látigo atroz a la siesta
sobre el suelo reseco y cansino.
Tras del monte arrasado y sediento
hay un rostro cargado de siglos,
una sangre de ayer sin memoria
y una Cruz, de madera sin Cristo.
Esta tierra que apenas se nombra
es la madre que vela a sus hijos;
al costado de todas las cosas,
en el centro de todo el olvido.
El yuchán en sus flores de barro
guarda el viejo tambor del latido,
y una danza de lunas descalzas
ya no baila a la orilla del río.
Este pueblo se llora hacia adentro
pues no empuña rencor ni cuchillo.
Su esperanza es tan sólo quimera
su bondad, es un arma sin filo.
Por aquí nunca vino La Patria;
ni el albor libertario de un himno
Esta pena es un rostro sin nombre
una voz, sin garganta ni grito.