El que vio belleza en papas y cajones… adiós a Héctor Alemán

El de los pirpintos, el que vio belleza y algo para decir en los cajones, en las papas, en las velas, en los zapallos, en los barbijos y en tantos otros objetos que se hicieron cuadros, bellos, inmensos, profundos. Ese fue Héctor Alemán, el artista plástico jujeño noble, humilde, genuino, tranquilo.
Agosto llegó con todas sus fuerzas, los vientos, las celebraciones necesarias a la Pachamama, y también con las temidas pérdidas, y una de ellas, esta semana fue la del querido, prestigioso respetadísimo Héctor Alemán.
Estaba enfermo y dejó de existir en la mañana del miércoles pasado, en medio del calor agobiante de un mes en medio del invierno, que descoloca, y el día de San Salvador, cuando otras personalidades recibían sus premios como ciudadanos destacados, la noticia enlutaba la jornada.
Había realizado su última muestra este año en la sala del Ministerio de Cultura y Turismo, en la esquina de Gorriti y Belgrano, adonde llegué casi sobre la hora, me había reintegrado de las vacaciones y estaba poniéndome al día con las actualidades del arte, y en eso el periodista Ricardo Martínez, amigo entrañable de Alemán, me alerta sobre esta muestra a la que le quedaban pocos días. Obvio fui, y esa es la imagen que me queda. Tanto arte, tanta pasión.
Lo mismo que la profunda charla que tuvimos hace dos años cuando recibió el Premio Ledesma de Artes Visuales, pretexto perfecto para hablar de toda su vida, de sus estudios en Buenos Aires, de su amor desde entonces y hasta el final con Mirta Vedia, gran ceramista; de sus inspiraciones.
De voz baja, suave, siempre logró transmitir serenidad, con su ser y con sus creaciones. Trascendió la provincia y el país, recibió innumerables reconocimientos, y uno de los últimos fue el haber sido declarado personalidad destacada por el municipio y el Concejo Deliberante, en oportunidad de la muestra realizada el año pasado en Casa Baca.

