Oscar López Zenarruza, un señor del teatro
El dramaturgo, actor y director falleció dejando un
profundo dolor en la comunidad artística
por Lic. María Eugenia Montero
Oscar López Zenarruza, a quien yo había definido como “la cara de la comedia al por mayor en Jujuy”, (así había titulado una nota que reconocía su trayectoria y su huella en el arte de la provincia, cuando aún estaba en vida y seguía creando), falleció el miércoles pasado, dejando un sentimiento de mucha tristeza en el ambiente artístico.
Y es que no sólo fue un gran dramaturgo, del estilo del que buscaba la risa del espectador, sino que también dirigió teatro, formó actores, fundó grupos de este arte, dio charlas sobre historia, tuvo su paso por las creaciones plásticas (máscaras), fue parte de encuentros literarios, administrador del Teatro Mitre, un gestor incansable que jamás cesó en armar, organizar y proponer actividades culturales. Y lo hizo desde innumerables lugares, algunos muy importantes y otros más sencillos. Lo esencial siempre fue estar, con constancia y brindando su envidiable cultura general en donde el destino lo pusiera.
Fue el dramaturgo más prolífero de nuestro medio. Contaba con cerca de 60 obras escritas y estrenadas, y más de una veintena sin estrenar, sin contar los monólogos, con los cuales sumarían más de 50 las que esperaban ver la luz.
Fue autor y director de las obras que llevaba a escena con su grupo Carromato, y quizás el más conocido hacedor de comedias en el teatro independiente jujeño. Desde los títulos, ya sus obras provocan una sonrisa. Algunos de ellos son “El esquilador trasquilado” (de 1994 con la que ganó un premio provincial que lo llevó a presentar la obra en Tucumán), “Peinetas y peinetones”, “La Bella dormida”, “Gargantas y gargantillas”, “Cual piuma al vento”, “El falsificador burlado”, “El caso del broche robado”, “La momia”, “Amor a mordiscones”, “Gruesa, larga y dura”, “Eso no se toca”, “Los cubiertos”, “El espíritu especial”, etc.
En la década del 70 llegó a Jujuy junto a su compañero por aquel entonces, Enrique Rosso, otro nombre que fue referente en la historia del teatro independiente de Jujuy, fallecido a fines de los 90’. Ambos venían de Santa Fe, donde se habían conocido y trabajaron por cinco años en teatro.
Oscar comenzó con su vocación teatral cuando concurría en su provincia natal al Colegio de la Inmaculada de Santa Fe, donde se enseñaba teatro. Primero sólo veía teatro, luego se fue animando y fue a observar un ensayo, donde lo invitaron a participar. Nunca más se separó de esta actividad artística. Hizo los cinco años de la secundaria haciendo teatro dentro de esa institución.
Su primer obstáculo, sobrevino cuando salió de ese colegio. Oscar era integrante de una familia muy conservadora de Santa Fe, en la que estaba bien visto ir a ver teatro, pero no hacer teatro, según contó en su momento. Su pasión pudo más y acordó con su padre que si se dedicaba al teatro no usaría el apellido.
La pasión entonces siguió su curso con un seudónimo. Hizo varias obras en Santa Fe, y en este tren conoció a Enrique Rosso que vivía en Sunchales, donde se instaló Oscar para poder seguir trabajando.
Un tiempo después el arte los trajo a Jujuy, y fueron grandes personalidades que aportaron mucho al teatro local.
Ya instalado en Jujuy, Oscar comienza a trabajar como asistente de dirección de las obras que Rosso montaba junto a Hernán Suárez como director, y mientras tanto comenzó a instruirse por “motu proprio” en el tema de la dirección, a través de libros y charlando con directores.
Su primer estreno, su amor y sus grupos
Hasta que el gran día llegó, promediando los 80’ estrena su primera obra, que además había sido escrita por él, “El crimen perfecto”. Tuvo mucho éxito esta puesta, y fue entonces que comenzó a dirigir casi en forma exclusiva.
Después del fallecimiento de Rosso con quien siguió trabajando, asistiendo las direcciones de él y viceversa, ya en el nuevo siglo, conoció a Victorino Sánchez, quien también se adentró en el mundo del teatro, y desde entonces fue su asistente de dirección, actor de su grupo, y con quien finalmente consolidó el amor de pareja a través del matrimonio.
El grupo con el que hizo sus primeras obras se llamaba Grupo de Teatro Jujuy, que luego cambió a Carromato, grupo que lleva más de tres décadas de permanencia permanencia en nuestra provincia, y que hoy está acéfalo.
También formó dos grupos más. Uno mientras trabajaba en la Dirección de Cultura de la Municipalidad de San Salvador de Jujuy, donde primero dictó el taller de teatro, y luego comenzó a hacer puestas bajo el nombre de Grupo Marquesinas, allá por el 2001.
Más tarde se desempeñó como administrador del Teatro Mitre, y después de eso formó el grupo Bordereaux.
De Cultura Municipal pasó a Derechos Humanos Municipal también para dar taller de teatro y continuar con Bordereaux.
Desde que se lanzó con aquella primera y exitosa obra, Oscar se caracterizó por ser el dramaturgo y el director de sus puestas.
Él en el escenario
A la actuación volvió en un par de oportunidades en los últimos años. Una, fue invitado en el ciclo de performance que organizó el grupo ADN titulado “Sólo hazlo” en el año 2007, y la otra, cuando tuvo que reemplazar a uno de sus actores en una de sus obras.
Su gran aporte a la comunidad teatral jujeña fue sin dudas, el mantener la vigencia, con uno o dos estrenos por año, para un público ávido del teatro tradicional y divertido.
“Gargantas y gargantillas”, una de sus obras, fue seleccionada para una antología que publicó Argentores hace algunos años.
Con otros artistas
En los últimos años se sumó al grupo de Jujeños Autores, junto a un grupo de actores, escritores, cantantes, músicos, que decidieron unir esfuerzos para realizar encuentros culturales. Así nació el ciclo de encuentros “Abrazo al Arte” que se concretó en Gruta Artes Escénicas y además se hicieron una presentación en la Casa de la Cultura del Bicentenario de Palpalá, y en el Encuentro Internacional de Escritores que se hizo en el Hotel de Turismo de La Quiaca.
Habitualmente daba charlas de contenido histórico, y además hizo exposiciones de máscaras realizadas por él con distintos motivos. La última fue en el Paseo de Artes “Oscar d’Oliveira” de El Tribuno de Jujuy, en el año 2010.
Su mirada del público
Oscar López Zenarruza tenía su estilo y su impronta, su propia forma de hacer teatro, más allá de las tendencias del momento. Priorizaba la mirada del público y lo que el público pretendía del teatro. Le interesaba llenar la sala, y que la platea salga conforme con lo que vio, “porque lo entendió”, decía.
Decía estar totalmente de acuerdo con todas las formas de hacer teatro, y las respetaba, aunque aseguraba que es necesario ser claros en el anuncio del espectáculo sobre lo que el público va a ver, para que una vez en la sala no se encuentren con algo que no esperaban y que probablemente no les guste.